Regreso al pasado atraer lo más hermoso de mis recuerdos, la unión familiar, que entre cena y cena compartía mis alegrías alrededor de una mesa de bello guayacán cuyas patas soportaban el peso de platos y cubiertos.
Cuando mi abuela su cabello blanco adornaba toda su cabeza y en sus piernas sentado me contaba y relataba tan bellas historias donde no se hablaba de odios, envidias ni de guerra, me transportaba en esa fantasía y deseaba que ese sueño fuera hoy actual del que jamás hubiera querido despertar.
Hoy la familia ya no existe, otros tiempos y cambios tan rápido han llegado, los hijos no conocen ni respetan a sus padres y los valores por el suelo y bien abajo han quedado.
La comunicación no es tan agradable, ya no existe una sonrisa y un abrazo fuerte que su efecto transportaba calma, admiración y seguridad a quedado en el olvido.
Los años el tiempo se va llevando y las generaciones nuevas costumbres tan bien van adquiriendo que se reflejan hoy en mi familia, ya los niños crecen solos y su soledad, amor hoy es reemplazado por la tecnología que los vuelve más adeptos e independientes, encerrados en su hogar y los padres en su trabajo de oficina que no les da tiempo de compartir ni siquiera un segundo de la vida.
Ahora los amigos son computadores, televisores, celulares y otras tantas cosas de alta gama y última actualización en tecnología los que idolatran y de rodillas ruegan por adquirir el último modelo y diseño.
Para no dejar morir el núcleo familiar y que vuelva a florecer los valores y los hijos respeten y valoren a sus padres, hay que abrir el corazón y entregarlo a los demás sin esperar nada a cambio solo que se multiplique y veremos muy pronto de esta siembra los mejores frutos y aprovechar, compartir los nuevos retos sin olvidar el valor más grande la Familia.
León Aguilar Zorro (Alejandro Chaparro A.)