Cuando la lluvia cae cubriendo el asfalto,
un viento gélido penetra en mis adentros
y, es cuando quiero tenerte cerquita a mi lado,
para que me brindes el calor que me ha faltado.
Los árboles escarchados van arrugando el follaje,
para quedar enjutados en su nostálgico hastío,
igual a mis labios, que tiemblan, amoratados de frío.
Hace mucho tiempo no me dices que me amas…
el último beso quizá ni lo recuerdo...
tal vez fue aquella tarde que sonaron las campanas
y muy contritos en la misa, el evangelio escuchamos
y allá en el atrio, por testigos las palomas,
tú y yo, tomados de las manos,
a los ojos nos miranos y el último beso nos dimos.
Tenías que partir, abuscar otro destino,
jurando amor eterno, nuestro amor quedó confeso…
¡Yo te amo…yo te amo…tantas veces nos dijimos!
¡Ay qué tiempos aquellos cuando nos cubrió el estío!
y en llamaradas de pasión ardían nuestros cuerpos.
¿Recuerdas? ... veíamos florecer la primavera,
en aquel ranchito, que fuera nuestro hogar primero,
en donde se filtraba el sol por los aleros
y por las vetustas tejas carcomidas,
revestidas de humedad y olvido...
por allí, se filtraba el aguacero,
empapando nuestra cama...
lluvia que nos refrescaba el alma.
Pero eran otros tiempos tan llenos de alegría,
con el espíritu altivo y en los labios la sonrisa,
los ojos fulgurantes y en la piel la caricia.
Hoy mirando llover...
me lleno de recuerdos,
quisiera el tiempo retroceder
y poder ir a tu encuentro...
pensar que no está roto el lazo...
que aún son míos tus abrazos,
tus caricias que eran remanso
y el dulzor que tenían tus besos.
Escuchar de tu voz quebrada,
decirme... ¡siempre estaré contigo
no quiero que me olvides!
¡Ay! eran otros tiempos, tan llenos de embelesos.
Hoy los recuerdos papitan en mi alma
y en el ranchito en donde tanto nos quisimos,
hay un jardín que florece en cada primavera,
lo circunda un río en donde el agua gime..
y es su gemir una triste melodía.
¡Añorando a los amantes,
que amáronse allí,un día!
Felina