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Niño imberbe,
cuerpo tierno de ángel,
me acerco a tí
como se abre la rosa humedecida de aurora,
y en tus rodillas hay un temblor delicado,
cuanta ternura llevas en las manos,
en los pies, en tu cintura grana,
y cuando la brisa de tu aliento
cae sobre mí como velo virgen,
cuando abres tu risa de tierra fértil,
de tus ojos escapan pájaros de cera blanca,
con templados hilos anidan en la rosa
que en mí plantaste humedecida de aurora.
Yo soy una niña con la frente caída,
en mis cabellos hay enredada una torpeza,
pero yo soy grande porque en mí,
en mis ojos,
está el brillo de haberte visto un día.
Amor, amor mío trae a mí tus hombros,
porque para este tallo, tus hombros serán
desmembrada luz de ocaso que lo hace rosa;
Cuerpo caliente de ángel, tú el único alado:
inclino hacia tí mis pieles para despertar
el leve temblor en las rodillas que yo quiero.
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® Setefilla AJ
Septiembre//2011