El rancho está casi en el suelo,
en el fondo, un cama polvorienta,
la fiebre está en todas las paredes,
del otro lado de la calle, ladra el perro,
alguien hierve un agua milagrosa,
la muerte se acerca a la puerta,
todos pueden sentir la presencia extraña
que se cuela por la piel,
algunos rezan a las estrellas,
otros, se esconden,
saben muy bien lo que pasará,
todos lo sabemos,
por eso, cerramos las ventanas,
desde lejos, a través de la lluvia
se puede ver la luz que se apaga.
Las madres ocultan a los pequeños,
el caminar del tormento es lamentoso,
se dirige como flecha caliente
al cuarto infectado y leproso,
nadie quiere ver el final,
la respiración de la angustia la trae el viento,
la última noche de la vieja ha llegado,
todos se asustan,
¡la enfermedad de los malditos!
tal vez por bruja la han condenado,
si alguien la toca, morirá
como se secan las flores al sol
como se olvidan los años hermosos,
la enferma llora, aprieta los puños,
sus ojos parecen penetrar el cielo,
la olla cae sola, sin causa, es el Amo que ha llegado,
el relámpago anuncia tempestad,
todos se persignan para ahuyentar al Malo,
la vieja dejó de respirar,
todo había terminado.
El rancho fue consumido por el fuego,
las llamas se llevaron el dolor
de todas las ánimas silenciosas,
cada vez que un relámpago cruza la oscuridad,
todos juran ver los ojos enfermos
de la vieja vestida de negro,
y al siguiente día,
alguien amanece muerto.