Mi cama tiene una almohada,
nube firme de mis sueños,
que susurra fantasías
en las noches de desvelos.
No tiene colchón
pero sí un nido de plumas
fresco y perfumado,
suave como la espuma.
Bajo las sábanas cantarinas,
una cueva de conejo,
guarida de las nostalgias
cuando te siento lejos.
Y sobre ellas, la coraza,
cubrecama de corales
protegiéndome, celosa,
de los miedos y los males.
Debajo de la cama
se amontonan ninfas bellas
seduciendo a los fantasmas,
robándose las estrellas.
Las entregan encantadas
a un pequeño par de ardillas
que habitan los almohadones
y espantan las pesadillas.
Que corren presurosas
por mi espalda en las mañanas
para que yo no descubra
quién me abre la ventana.
Y entre el sol con su hermosura,
y entre el viento que me llama,
a empezar un nuevo día
saltando de alegría
de la magia de mi cama.