omu

Ni mi amnesia la complazca


La venganza roe el alma,
arruína destruyendo angelicales espíritus.
Ella enrrabia con furia dislocada;
levanta a negra dama; con su ímpetu en guadaña.
Cual provoca retorne -desecho al seco polvo-
aquel ser que discurría,
degustando cada sorbo,
de las dunas del desierto
o entre valles y montañas.


¡Ay de ti; venganza!
cuanto de nada perdonas,
ya estuvieras meditada
o aparezcas impulsiva.
Golpeas resentida,
y al hacerlo, con razones no comulgas.

¿No te cabe duda?
Si merece reprobarse,
el hecho que te produciera,
virtiendo la dureza, que es tuya y representas.
Arrasando sin piedad,
con el odio que encadena,
que quemando agujerea,
mientras hierve en nuestras venas.


De conocer, conozco de cerca,
a más de un ser, que anclado al pasado,
te pronuncia letra a letra,
¡nombrándote!

allá donde vaya.
Y es por causa de un recuerdo,
conjuro, de una gran ira,
que a tu lado se tuercen los deseos,
y se acarrea dolor.
Tu apareces con óxidos de antaño,
y contigo las hienas se comen calaveras.
Ante tanta frialdad, que tu acto lleva;
frustando toda ventura,
y a esta la sitúa; junto a la desdicha,
demolida; en los hombros del rencor.

318-omu G.S (BCN-2011)