En la huida de mis versos yace el motivo
encerrado en la memoria y el engaño
se escuchan lejanos los llamados del destino
dudo proseguir mi leyenda ante tanto daño.
Aprendi de mis vivencias en mi corto sendero
que los golpes son heridas no tan graves
pero el despecho y el rechazo son veleros
que navegan sin receso en viento suave.
Y agitados por mareas golpean mi tierra
con el arte destructiva durante su jornada
¿podré acaso encontrarle paz a esta guerra
sin que el amor me hiera con su filosa espada?
Señor, dime tú, si cesara mi angustia tu cielo
o si la horda queme con sus años mis recuerdos
hasta que perezca mi cuerpo en sublime anhelo.
O dime si a mi tiempo un nuevo camino le prefieres
con un prospero deseo que cure lentamente este veneno
hasta que mi alma en su final a tus manos llegue.