Recuerdo aquella vez,
cuando te vi por primera vez,
cual príncipe de mis sueños,
sueños que nunca se concretaron.
Soñé que tú eras mi príncipe,
soné que tú eras mi amado,
soñé que tú me amabas,
soñé que tú me soñabas,
soné tanto que me rendí.
Entonces comprendí,
que los sueños son sueños,
que la realidad es otra.
Que los sueños hechos realidad,
son cuentos de adas.
Que los seres que se aman,
no son felices para siempre.
Que los seres que se aman,
sólo se miran y se añoran,
¡Qué fatalidad!!Qué fatalidad!
mirarte y no tenerte,
oirte y no besarte.
Qué me queda, sólo soñarte,
soñarte por siempre.