Claro está que la noche
diario espera
entre sus brazos
la compañía
de este solitario poeta.
Paciente hacia mí camina
cada atardecer,
bella, con su traje
de menguar y crecer
de luna,
cabello de estrellas
perfumado de silencios
y un ténue
lírico aliento a enamorada.
Es la noche
quien me mira,
se posa como Venus
al otro lado de mi ventana,
yo la contemplo,
mientras
me hace compañía
tan solo el tiempo,
no pierdo segundo,
es eterna y hermosa,
aún cuando
entre sus lágrimas
se caen las rosas,
no pierdo segundo,
es eterna y hermosa,
mientras la muerte
hiedra y celosa
se asoma también
por la ventana.