Si un beso tuyo tomara mi boca de la mano
y lo llevara hacia la tuya sin parar,
en qué letargo más profundo yacería
adiós al mundo, adiós pensar.
Qué me diría tu boca si le pregunto con un beso,
dónde vive, en qué duerme,
a qué sabe cuando pienso,
que su sangre los revive con su vital color de fuego.
Busco tus manos para hablarles,
que eres de flor, que eres de aire.
Busco tus manos para hablarles
de tu sed de roce, de tu sed de madre.
Y busco en tus manos lo que no encuentro
en mi otra mano y en mi pensamiento,
en la piel de mi almohada, en un libro abierto,
busco tus manos, no las encuentro.
(Bugues.)