Me visitaste en sueños, ¡no te conozco!
Cómo sonidos en el aire percibí tu nombre: ¡Levinsky!
¿Quién sos? ¿En qué esfera estás? ¿serás mi ángel de la guarda?
No lo sé, tal vez sea mejor así.
Te miré y supiste estar. Acariciando mi cuerpo,
Con mano: tierna, fraterna, cariñosa, benévola, intensa,
Tersa, respetuosa, todo a la vez.
Te miré nuevamente y supiste poner distancia.
¡No te conozco!, ¡no te he visto!, ¡pero has sacudido mi ser!
¡He recobrado el sentir del cariño! ¡He vuelto a vivir!
He quedado como en una nebulosa, liviana, frágil, sin ganas
de pensar en otra cosa que no sea ese instante compartido.
Y me pregunto ¿has aparecido para darme vida?
La vida que se enjuga en cada letra de esta palabra,
Donde se siente la alegría verdadera, la llena de paz,
Luz, comprensión, amor, fraternidad, esperanza.
¡Si es así bienvenido seas!
¡Si existes! Quizás sea mejor no conocerte, no vivirte.
Porque puede que no encuentre lo que en ti encontré en mi sueño.