La mamá y la hija
son iguales gotas,
hablan y caminan
de forma asombrosa.
La dulzura de una
la tiene la otra
su risa y ternura
su herencia denota.
La mamá y la hija
son muy parecidas,
déjenme que escriba
para bendecirlas.
Una es muy maternal,
sentimental y llorona,
y la otra, por ser igual
parecen ya, la misma persona.
Alejandro J. Díaz Valero