poetaovallino

Por allí anduve...

Visité la tierra de musgos y sales,

donde la humedad reina y el sol se esconde bajo la arena,

 y allí encontre tus manos,

dedos de azúcar, uñas de piña y epidermal encanto.

Visité al viento y si que fue cierto,

le tomé de la cintura mientras bajaba por tu pelo,

y  encontré tu aroma,

perfume de duraznos y naranjos excitados.

Visité a una rosa, desarme su traje y encontre tu figura,

figura de pétalo, de suavidad innata,

de curvas de encanto y jerarquías,

curvas de despistar y equivocarse.

Visité y visité, y alli encontré tu algo,

como el zorzal encontró el sonido del suelo,

tomándolo y regalándolo a su hambre,

con la estocada lingual del gusto necesario,

sin apreciar figura alguna,

sin apreciar color, sexo ni encantos.

Visité un árbol,

hendido en la raíz del precipicio,

en una hoja humedecida hasta el alba,

árbol pintado de hierbas, de tubérculos y sabia,

de lágrimas sollozadas en otoño,

lágrimas embalsamadas de la progenie del nogal.

Visité la tierra de cerros descascarados,

donde la vida crece desde la incertidumbre al polvo,

donde el viento abanica la piel de las rocas aturdidas,

mientras el agua se esconde en la infinidad de la tierra,

buscando grietas y vacíos,

satisfaciendo la sed del campo.

                                                 (Bugues.)