Eva estaba sentada descosiéndose el hastío,
al soltar cada puntada, exhalaba mil suspiros.
Cada vez que suspiraba su aliento cortaba el frío,
su ilusión desperdigaba, liberándola en suspiros.
Nebulosa condensada, volando surca el vacío,
aquella alma enclaustrada, suelta lentamente hilos,
en fina caja dorada, guarda más de cien ovillos,
deshaciendo las puntadas, que la revisten de hastío.
Desnuda se queda el alma, desclavados los cuchillos,
las tristezas exhumadas, corre a lavarlas al río,
donde fluye la esperanza, donde recobra sus brillos,
radiante reluce el alma, resplandece en lo sombrío.
Eva se halla sentada, cosiendo un nuevo vestido,
con puntadas de esperanza, entre teje su destino.
Revestida en seda blanca, transita alegre el camino,
liberada en la esperanza, goza en su nuevo vestido.
Arropada y entusiasta, Eva, resurge en bríos,
luce la sonrisa ancha, destellante en alegría.
Ahora con dulzura canta, sus mágicos amoríos.
Ahora su alma levanta, en disfrute cada día.