Mañana partiré
con el sol en mis hombros;
me llevaré aquella primera sonrisa
y tu primera lágrima
al ver que me voy.
Mañana cuando el sol se oculte
para romper la luna,
estarás recordando mi despedida
y el último beso en tu mejilla
ya se borrará.
Pasado mañana cuando me olvides,
volverán todas las sonrisas
que el tiempo te ha sabido guardar.
Cuando eso ocurra,
yo seré el mendigo
que en una vieja despedida,
se robó un beso de tu mejilla
antes de emprender mi destino.