CARTA ABIERTA A MI SANGRE
Desde los tiempos de la inconciencia
te ví...
como cosa que existe sin sentido.
Atrapada por paredes frágiles
que frenan tu loco correr de débil mariposa.
Con pavor contemplaba tu color de furia desatada
por las esquinas del dolor.
Un miedo inhóspito me hincaba el horror que despertabas
en mi mente de niño madrugado.
Y con un sueño de niño malcriado,
quise sumergirme en tu verdad.
Sé que recibes con la inocencia del cordero
al verdugo infame,
y lo anidas en tu terreno fértil
con el cariño de una mañana fresca.
De muerte se viste tu fluir de río sosegado
por los causes desolados de la frágil materia
en tu lucha desleal con el que invade tu morada.
A veces siento el sonido inútil de tu queja callada.
Tu pena se habita en mi cerebro, pariendo un por qué
por las venas del alma.
Un vacio solitario me responde
la irónica verdad de los destinos
engendrado en tu estirpe de rey y soberano
sobre el ser y no ser de las desdichas.
No te culpo del extravío cruel que la mente anida
y derrama sin piedad sobre tus hombros.
Ni del camino de sombras que mis huellas pisan
para que sufras el repudio de los tontos.
Eres el cometa que invades mi universo
diseñado en el espacio selecto de los dioses.
Mi esperanza descansa con toda su ternura
en el fluir inmenso de tus soles.
LEO HENRY
(Leonardo Henrricy)