Lo bueno de los amores que no fueron
es que nunca terminan:
solamente quedaron en suspenso
hasta que un día el destino lo diga.
Sucede que un día cualquiera
en indeterminada hora
aquellas dos almas vividoras
se reencuentran y a la vista se enamoran.
Ocurre que no importa su edad
ni su estado civil;
simplemente liberan su pasión
como un amor pueril.
Después de dar rienda suelta
a mucho más que un beso,
caricias tiernas, sudor, abrazos
y unos cuantos excesos.
Estos dos ángeles amantes
regresan a su realidad,
y en la noche desde sus hogares
tiernamente recuerdan su hazaña
y felices pronuncian la gran y eterna verdad:
“Definitivamente, nadie sabe para quien se baña”