Allí está el corazón de mi amada
a punto de caer dormido
en el desnudo cuerpo de la noche.
Será también el descanso
abrazado a la sombra de mi pequeña galaxia,
respirando sobre su inofensivo sueño
tentado a caer desde la yema de mi dedo
a despeinar sus cejas
a medir la inerte abertura de sus labios
a despertarla en otra cama.
Ella no comienza con la última palabra creativa
ni termina al filo del primer suspiro intacto.
Se hace uniforme bajo la tempestiva piel
y pretende dormir cuando reina la calma.
Se adivina sola donde jamás hubo través,
donde nunca alcanzó la herida.