Cierro los ojos y me veo a mí mismo,
que cansado de vagar por este mundo,
siento cómo mi ser se hunde en el profundo
mar de hastío, que me empuja hasta el abismo,
donde otros olvidados ya perecieron,
chafados por el peso de la arrogancia,
de una sociedad que le quita importancia,
a cuantas obras buenas de ti nacieron.
Me siento agotado de arrastrar mi vida,
de dar gracias a otros por lo conseguido,
de ser un ajado pelele mecido,
al son que el vil azar juega su partida.
Abro los ojos y me veo a mí mismo,
igual de ajeno al mundo, roto y cansado,
pero con la fuerza que el desesperado,
necesita para envolverse en cinismo.