Querido Nostradamus,
a fin de cuentas, ¿moros o cristianos?
poetisa, ¡prudencia! consejo de un tal…
(por cierto, capellán, de bien cebada bragueta).
Miedo ¿a qué?
¿A la inmortal tortura del alma?,
¿en pos de qué…?
¿A la eterna llama del averno? ¿Por qué?
Anhelo un cielo del que ni sé,
Adoro un edén… ¡ni coordenadas hay de él!
Cansada estoy de roer pan duro,
mas seguís emperrado en que coma hiel…
Me espetáis, ¡fe!
Dios, ¿por qué creaste a Job?
Desayuno con hurracas taciturnas,
almuerzo con políticos corruptos,
con espuelas militares, ceno o no.
¡Equilibrio fiscal! grazna el economista embustero.
Más impuestos para las botas del pescador.
Los oficinistas duermen,
sonámbulos andan de sol a sol,
¿alguna vez sabrán que llueve?
Con mis pertrechos voy,
voy y vengo, vengo y voy.
Se oye vocerío en el puerto…
recién llega el pescado fresco;
comeré papas con ajo…
realidad existencial, ¿o supervivencia?
Diosa de la Justicia, equilibra la balanza,
a falta de una tenemos tres Europas,
la financiera, ¡de qué manera engorda!
La social, colapsada de tablas estadísticas,
la Europa analista, con encorvados cantamañanas televisivos.
¿Dónde la obrera? No hay andamios, sino reprimendas.
Empleos precarios para el emigrante,
empleos de calidad para la feminidad,
Realmente, ¿hemos conseguido la igualdad?
Amor, dime si tiene sentido
ahuyentar el equilibrio,
en aras de un verso roto.
Espíritu Santo,
Voz de mi torpe mano, ¡hazme alas!
y si no… losa que a la mar caiga.
Donde pueda oír el canto de sirena,
la berrea del ciervo,
leer que el sentido común reina,
saludar a la gente de Paz.
Y si a bien lo consideras, Amor mío,
ser feliz lo que me reste
entre niños de colores
que aprenden a sumar.