Esteban F.G

La niebla

 



De madrugada, cuando la noche le entregaba al día su testigo malva, las nubes han descendido del cielo atraídas por el rocío, que seductor, las deslumbraba con su tesoro de brillantes, reteniéndolas junto a él toda la mañana.

Al amanecer, la niebla había mudado la percepción de todo lo conocido; transformando en diferente lo cercano y en invisible lo distante. Hoy, la puerta a la calle, era la salida a un mundo onírico envuelto de nubes frías, un universo que nos recogía en la intimidad reducida de lo próximo, en un entorno mágico y velado; mientras que la incorpórea lluvia que se deja respirar, todo lo mojaba.

El parque grande, que es una reproducción fantasmal en blanco y negro del original, parece envuelto en un papel de seda que le hurta a la flora todos sus matices en un desganado hastío monocromo. Noty y su cachorro corren libres, y al alejarse, su pelaje claro se confunde con el de la blanca oscuridad del día, que les absorbe y les mimetiza con su vaporosa atmósfera hasta hacerles desaparecer en la nada; para poco después materializarse de nuevo, como en un truco de magia, atendiendo a mi llamada.

Paulatinamente, el sol fue levantando delicadamente el velo nupcial a la mañana, que aguardaba, femenina, su beso apasionado y cegador...

 

©EFG/la redacción/2011

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