poetaovallino

RESTITUCIÓN

Busco a mi hija, la que dibujé hace años,

la que nació con Tauro y agregó al otoño una flor,

mi niña de ojos brillantes como la tierra de los soles,

de nariz mezquina y bien formada,

de pelo claro, liso y rizado hasta sus orejas.

Aquella niña de risa congénita y tatuada en su boca simple,

boca de arándanos y frutillas,

de labios de mandarinas y besos raros.

Busco a mi hija, la que mecía entre mis brazos,

cuando su llanto brotaba como el habla vegetal de su alma hambrienta.

La que se marchó de mi lado con un viento extraño,

viento de piedras y barro putrefacto,

viento mitológico y arrogante,

viento desequilibrado de neuronas y conciencia,

conciencia pagana de dioses y costumbres,

viento descalzo, viento atrasado.

Busco a mi hija, la de piernas largas bien bordadas,

la de lunares escondidos y elegancia,

a mi niña de sonrisa fácil y mirada tierna,

la que adormecía mis mejillas con sus manos,

la que borraba el vacío de mis ojos con su infancia diminuta.

Busco a mi niña,

al Canquito regalón de mi dulzura,

la del permino inspirador para mi alma,

a mi hija del sipo, del nopo y de callenas,

Busco a mi hija, a la Sofía del futuro y del pasaso sereno,

a la Sofía de padre hasta decir basta,

a la Sofía de voces, de abrazos y alegría,

a la Sofía de mi, a la Sofía mía.

                                          (Bugues).