Tu...que me sostienes desde el grito en la aurora
cuando brotaron de mis labios
los llantos previsores de lágrimas sempiternas
y de risas transitorias
pintadas en el arco iris fugaz de la existencia.
Te honro desde el cielo de mi mente
con mi número final grabado en el fluir del alma.
En el gemido de una rosa deshojada
se arropará una noche imaginaria
sobre el lienzo de tu piel marchita,
y el frio de un invierno sosegado
apagará por siempre tu tibio calor de madrugada.
Y se avivará sobre la noche y el frío
una primavera de recuerdos gratos
sembrada en el hueso y la ceniza
que quedará de tí,
exaltadas en el átomo del recuerdo.
Fuiste por mis sobras anidando luces
y por mis claridades, sollozos hirieron tu sonrisa
en tu amanecida lucha contra el mal
que azotó mi esperanza.
No pudo mi mente rayar tu frágil lozanía
en el vínculo eterno del amor que se profesan.
Ni aún cuando mi alma de tí se desasga
brotará de tí un gemido en el destierro.
Porque me has tenido como cosa tuya
hurgando a mi conciencia permanecer callada.
Y yo...quien quiera ser, sin saberlo todavía
te exaltaré en gracias en mi última morada.
LEO HENRY
(Leonardo Henrricy)