Patricio C.A.

La Entonces

Ejerzo una vulgar resistencia a las palabras que quieren salir.

No soy yo, es el hombre de piedra que fui

y que aparece a la hora en que el alma pide la palabra.

 

Quizás la soledad vuelve a poblar mi sombría villa

en donde aún arden imágenes polvorientas

de amores nonatos y serpientes,

villa de aire reseco, de tierra desganada,

de huesos que laten, de casas sin puerta,

de perros, ¡de perros y camas!.

 

A ratos y poco a poco veo más pequeño el horizonte

como si un párpado enorme desplegara su cortinaje

para cegar al marino que busca donde atracar.

Soy a ratos un árbol sin esencia,

un poema sin palabras,

un aventurero cojo que no sabe qué buscar.

 

Entonces llegas y se abre la jaula y los pájaros huyen,

entonces el agua fluye,

entonces las palabras llueven, el horizonte se ensancha,

ya no hay villa y yo me reblandezco.

Entonces, amor, enciendes las antorchas.

Siempre eres el entonces: la causa, el efecto,

la llama que viene y que se va.

Entonces eres tú, lo de luego soy yo.