El paso del tiempo es implacable,
deja señales dificiles de borrar.
La cintura desaparece, las caderas se ensanchan,
las arrugas amenazan, las canas asoman y
todo se somete a la ley de la gravedad.
Pobre aquel que del cuerpo hace un culto y de la apariencia pendiente vive.
Es solo un revestimiento que protege la esencia de lo que uno en realidad es.
No soy la excepcion de esta regla ni de ninguna otra.
Soy simplemente una mujer que ha vivido,
ha amado, ha parido, ha perdido y ha sufrido.
El tiempo me ha dejado diversas cicatrices,
sin embargo no ha podido quitarme la esperanza,
no ha podido matarme la ilusion, el tiempo...
no ha podido con mis sueños.
Espero, aun a mi edad, al principe que en cabalgadura me haga conocer el paraiso.
Me ilusiono con la llegada a mi vida de un nuevo ser,
ese que me regalara el titulo de "abuela".
Y sueño, a pesar de todo, sigo soñando
que el amor de un hombre, en algun lado,
me esta esperando...