Flotabas, quizás
reflejabas un pequeño planeta de agua.
Tal vez solo imaginabas en esa lluvia de estrellas
el sonido blanco de las cascadas.
Es probable que no supieras que para vivir se respiraba.
Eras tan solo suspiro de una fragua apagada.
Quiero decir con esto que en cambio yo sufría
sin poder evitarlo porque no estabas.
Sufría la locura del beso que envolvía tu boca
lejana, todavía innata.
El día que abriste los ojos cayó una flor al suelo
y aprendí de memoria su fragancia
para encontrarte en la vida
con un reloj a cuestas que asumo detenerlo.