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¿Y qué hay de esta pasión que tiene rescindida
la esperanza de volar sin alas en el firmamento
por la noticia de saber que ahora todo lo siento
como si nunca hubiera nacido mi voz florecida?
Esa pregunta me la hizo un ángel que no sabía
como ser mortal en tanta precaridad del terreno
sembrado con amapolas negras de tinte veneno
que como dagas fervientes cosechaban heridas.
No supe responder al visitante de alas perdidas
las razones que lo volvieron humano perfecto
entrevistándose a diario con su mayor defecto:
el de errar sin valor sumando temor cada día.
Pero si el hombre es la máquina perfecta, decía,
mientras su aura pasando minutos hacia el cielo
se despojaba de esa espiritualidad de aire eterno
terminando el ángel desnudo de la magia divina.
En un mundo terrenal donde la máquina habita,
una máquina que es amor al igual mata sueños;
será dificil lo entiendas pero no imposible serlo,
pues como su obra que somos, aún Él nos pinta.
Así, mis ojos presenciaron algo que estremecía
desde la punta del alma hasta este tibio cuerpo:
la Creación había decidido someter su tiempo
dando al ángel como hombre el don de la vida.
Vito Angeli