Renato, escarabajo,
se desplaza cuesta abajo,
no le dan mucho las patas
porque viene en alpargatas.
No quiere ser sorprendido
por el pícaro bandido
que lo mete en la cajuela
y se lo lleva a la escuela.
Pero no hay escapatoria,
entre libracos de Historia,
Matemáticas, carpetas,
una tiza, dos cornetas,
se lo llevan a aprender
sin tener nada que ver.
Y allí está sobre el pupitre
junto a Sarmiento y Mitre
que lo miran desconfiados,
sorprendidos y azorados.
A la hora de sumar,
Carlitos lo va a buscar,
del Renato las desata
y contándole las patas
(ya no alcanza con sus dedos)
se terminan los enredos.
En las Ciencias Naturales
el niñito sobresale,
demostrándole a todos
las partes y hasta los modos
del bicharraco aturdido.
Y ya de vuelta el bandido,
juega a “que cae el helicóptero”
revoleándolo al coleóptero...
Llega a su casa otra vez:
en “Matemáticas” diez
y otro diez en “Naturales”
gritando de los umbrales,
y de manera afectiva
tira al bicho panza arriba.
Renato haciéndose el muerto
y con un ojo entreabierto,
cuando se silencia todo,
se incorpora de algún modo
tirándose de costado
(todavía está mareado)…
Y se va caminado,
en zigzag y protestando
¡Será posible, carajo,
perdí un día de trabajo!
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