Enardecido está mi corazón, que más da que me queme el olvido. Que me arrastre el tormentoso mar, que me vuelen las tempestades del destino.Que me entierre el egoísmo y la impaciencia, en este cementerio basto y desierto. Si me apuñala esta vida traicionera, con mil heridas aún sigo firme y recto. En el sendero de mis pecados, cientas de espinas se incrustaron en mis pies. Porque he caminado descalzo, recordando el triste ayer. En mi cuerpo quedaron las huellas, llagas y cicatrices de mis batallas. Inducido en el sueño me duermo, con pensamientos en mis conquistas y fallas.