Me llenaré de tí de madrugada
cuando los astros oculten su tristeza
y mi oración se torne en pura llama
para alumbrar la noche que me acecha.
Bien de madrugada esperaré que oigas
el suspiro ancestral de este lamento,
y en esta pena sagrada reconozcas
mi cansado clamor allá en el cielo.
De madrugada ofreceré a tus plantas
una oración como de niño.
En mi inocencia... confesaré mis ansias
y en mi maldad, de alma arrepentido.
Sé que mi pecar fue como el heno,
seco en su rugir y despiadado,
matizado de muerte funde el sello
en la débil carne, subyugado.
Pero tú eres vida y me levantas
al caer en el sepulcro exiguo,
y haces grande mi herida desangrada
para convertirla en camino al infinito.
LEO HENRY