Hay una tristeza
que me embarga
como cuando
las nubes grises
se estacionan,
y es la tristeza mía
la que no comparto,
ya que es un dolor
que lo traigo clavado
en el corazón herido,
junto a la flor marchita.
Me encuentro en mi soledad,
a pesar de la presencia de algunos,
pues la mudez reinó en el silencio,
ya que no cualquiera
puede cargar con el peso
de un dolor ajeno.
Dejad que se vayan
las sombras que me rodean,
si es que alguna vez estuvieron cerca,
dejad que se lleven el dolor
que a ellos también embarga,
que a ellos también agobia.