I
Para remover ligero el terreno
de tu cuerpo alabastrino y tosco
rocé con mi boca el furtivo seno
y aspiré ese aroma que yo enrosco…,
entonces sin saber sólo enveneno
ese ayer que a mi paso desconozco
-cuando tuve en mis brazos ¡siendo ajeno!-
Sí…tu cuerpo alabastrino y tosco.
Te hice el amor: y fue nieve en el lodo.
Estuve contigo -olvidarlo quiero-
Y aunque fue hermoso entregarme todo
aquél momento es inmundo y fiero
…por ello no te busco ni te espero
ni espero que me busques de algún modo
II
…y ha de volverse lumbre lo que fue ceniza
sin respirar el aire del camino
abrasará las hierbas y encogerá los hombros
¡todo ha de pasar! Como el infierno
al igual que una saeta
encenderá su hierro.
Por ello no me esperas ni te aguardo
-ni estoy en aquél cuarto-
De todos modos descansa no dudes
abre tus piernas (como aquellas tardes)
Mastúrbate si quieres como antes
¡que yo no estoy ahí! Y tú lo sabes.
III
Hay un libro en la mesa
en esa madera devastada en años
(en ese poemario donde lágrimas dejé
mientras escribía)
Fue en éste
en alguna de sus hojas
en una simple página sin número
esta el ayer que calcinó la hoguera…,
pero hunde el dedo muy cerca de tu clítoris
gime un instante
[es tan parecido a esta llaga
a mi herida que me duele y se desangra]
yo también sin ambages
desahogo el ímpetu mortal que me degrada
y hundo el dedo pulgar…en mi garganta.
Pero en fin deja correr el deseo sobre tu muslo
(yo haré lo mismo)
Tú podrás gozar toda una vida
yo toda un vida te desprecio.
IV
¿Lo sabes bien…?
Que estoy en tu pezón vibrante y pleno
-en el redondo pecho-
En tu piel
en tu sexo
y tú estarás en mí…¡cuando me falte aliento!
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Sergio Jacobo “elpoetairreverente”