Debo confesar que siento miedo,
no a meteoros ni a armageddon
miedo a lo minúsculo, a una nuez*,
miedo de la vida que se queda
a la muerte no alcancé a temer.
Miedo no de las golondrinas,
si de calandrias que jamás veré...
Tanto miedo de perder lo mío
que es mucho más grande que la Fe.
Esa parte que es la vida,
no como latido o sentido,
sino como todo a la vez,
minúscula nuez del olvido,
taladora de raíces de recuerdos
adoradora de invertidas cruces
nuez subida del infierno
arrojada para ser viacrucis.
Sólo espero que el olvido
No exente el miedo.
*Bien podría ser una avellana.