Fue una tarde de enero
encendida de estío
que encontré en tu cuerpo
el remanso del río.
Fue tu risa argentina,
al arrullo del mirlo
encendidas las ganas
de tu nombre y el mío.
Con la cara hacia el cielo,
vos tejías caminos
con tu lengua en mi vientre
coronando mi nido.
Fue una tarde que el tiempo
se durmió de repente.
Olvidados del mundo
fuimos solo presente