Eres mí luna naciente
que fulgura en la noche a mi lado,
con rayos de amor alabado,
eres linda, dulce y complaciente,
como lo es el deseo ardiente
de tus labios de nácar refulgente,
que llama como el fuego,
que calma como el agua,
que se impregna en mi alma
con todo el sabor
de tu amor perdido,
y que surge bajo la palma
como fruto del amor prohibido.