Gerardo Barbera

SIRENA DE LA NOCHE

Vuelan solitarias las orquídeas sensuales

en tormentosas noches sin estrellas,

aquí, en la oscuridad del humo

alzo la copa buscándola a ella,

no hay razones en la voz religiosa,

soy el sudor que se arrastra

soy algo invisible, soy ninguno

 ella baila, sonríe, canta

y las cascadas imaginarias de alcobas

que nunca vivirán me vuelven loco,

¡Dios, cuánto la quiero!

 

Su imagen de colores prohibidos

traen las voces de los dioses

que suspiran suplicando "dile algo, llámala"

Yo aplaudo, la sueño a mi lado,

le escribo poemas, no me conoce,

tengo miedo de hablarle

me quedo en este rincón, conforme,

sólo respiro en las sombras

el aroma dulce de cada noche.

Cuando sus ojos de ángel

sostienen mi alma enamorada

parece que miles de suaves espumas

como cristales azules en mi piel

¡aguas divinas, doradas!

así son los besos de la amada,

Sirena de la Noche, pecado profundo

moriré con el cáliz del tiempo

navegando hacia lo lejos

a la orilla donde el mar nocturno

lleve a puerto eterno

los despojos de mi barca.