Este querer recordarte a cada instante,
me tiene inquieta el alma.
Y no es que sea ella;
pero algo adentro em atropella.
La mente, el espiritu, el corazón,
mi cuerpo todo.
Mi pensamiento no se calla.
Te traigo, te llevo
en aras de mi distancia;
y asi, los días, desde el ayer del encuentro
van dejando al tiempo,
su ay! de esperanza,
su calor secreto.
¿Llegará ese día?
¡El tiempo es nuestro!
no dejes que las lagrimas
se sequen sobre la faz del sueño.
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