El silencio de la cruz es tan doloroso
Como sus clavos, que atraviesan y desgarran
Todo poder de compasión,
Gritos, gemidos contenidos, solo quedan marcados en los
Ojos del Cristo del Dolor,
Su realidad es potente como la muestra misma
De la muerte, y que es repetida cada año
De cada día, que en el tiempo
Ya no es compartida por sus hermanos, ni el dolor
Ni el sufrimiento les dejan huellas de ese
Sacrificio inigualable, pleno de amor
Contenido, imparable e incomprendido.
Y todo fue por nosotros, los hombres
los hijos del Dios Supremo, y que heredamos
este mundo para conservarlo, hermoso, y justo
Para someterlo por el amor y no por la avaricia,
Para conservar el mensaje de paz
y no el deseo Incontenible de poder de destrucción.
Por eso espero en el Cristo del dolor,
Para no olvidar la grandeza de su amor
Para recordar que ha sido él quien
Me ofreció salvación y
los pecados que en mi vida destruyen mi razón
el me ha ofrecido su mano cálida, amorosa, sensible
otorgándome su perdón.