Soy una pobre y maltrecha carta
que yace abandonada en un rincón,
mi mensaje fue desesperanza
y azotó muy fuerte un corazón.
Con mucha rabia, fui escrita,
y con rabia también fui leída;
no tengo palabras bonitas,
sólo el odio en mí anida.
Hoy soy una carta rota
que finalmente olvidada,
sufre como cualquier otra
sin tener culpa de nada.
Las lágrimas mojaron mi papel
mientras unas manos me desgarraban,
lamento haber sido tan cruel
con aquellos ojos que me miraban.
Quiero volver a mi escribiente
a ver si me hace un gran borrón…
y me escribe de nuevo, más sonriente
para así convertirme en carta de amor.
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