Faltaba la madrugada
al minutero intangible.
El verso, alma sensible,
se deshizo en la almohada.
¿Cómo se ofrece menguada
la musa? Escapa por grietas
cuando en humanas maquetas
vivimos lo terrenal.
Sin aparente causal
se olvida de los poetas.
Cruza desnuda sin rimas
portando su menoscabo.
No hay un brote del esclavo,
ni el vibrar de sus enzimas.
Se ocultan todas las cimas
al escalar. Es dilema:
¿Por qué esa pausa quema,
cuando no arde la ausencia?
¡Sin su virtual excrecencia
se me olvidó hasta el poema!