Llevo todo el tiempo
tratando de decirte ese algo
que no he podido decirte,
y seguro es
que siempre estaré intentando decírtelo
aunque nunca fuera suficiente para podértelo decir.
Pero es eso, viejo amigo,
precisamente eso,
lo mismo, lo de siempre.
La busqueda incansable
de un misterio irrevelable.
El alma que busca abrigo,
la conciencia queriendo ser,
prisioneros en un cuerpo
que siempre fue perdido.
¿Será cierto?
¡Pretenciosos!
Que no somos
más que la necesidad de siempre
querer decirlo.
Sólo eso,
precisamente eso.
¿No es eso buscar a dios?
Y volveremos siempre,
nombrados locos,
poetas o cínicos.
Y acaso tendrán razón
al vernos volver frustrados
sin respuesta en los bolsillos.
Pero nadie sabrá
que en las manos del Poeta
la ausencia del misterio
fue revelada.
-El costo por saberlo -dijo la verdad-
será la impotencia de ser nombrada.
Poder para tu dicha,
condena para tu alma.