El cielo semejante al mar en calma,
sin olas reflejo azul claro,
y el sol brindando su calor,
como un sabio con gran equilibrio,
atravesados a la manera de ríos de montaña,
por extraordinarios, apacibles,
meditabundos soplos del viento.
y las hojas de los árboles,
acompañando sus serenos pensamientos.
Las pequeñas aves,
trazando indeterminadas líneas,
y a veces graciosos, sus planeos,
nadando en la profunda reflexión,
del viento.
En aquella arboleda,
un grupo bullicioso de chingolos,
conversando alegremente
a la manera de alegres niños,
en un parque de diversiones,
cantando todos juntos.
Este movimiento virtuoso,
se manifiesta en paradisíaca armonía,
nada, es posible detener,
tan sólo para observar un poco más,
no es posible al reloj de arena,
detener un pequeño grano más.
Quizás como el vuelo de una paloma,
cuando lo hace veloz como una flecha,
que al querer señalarla en su recorrido,
ya no está allí,
sino allá lejos,
casi tocando sus alas el cielo calmo,
de color azul claro.
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