Eres ajena cuando te recoges el pelo;
Ajena a mi olfato, ajena al viento,
Eres indulto cuando te desnudas;
Indultas mis palmas, mis palmas tan puras.
Eres templo cuando duermes,
Templo que reposa en el regazo de una cama,
Eres sortilegio cuando lloras;
Vuelves tan humilde cada cosa que amas.
Eres primavera cuando me odias,
Eres instante con que maduro,
Eres un triste otoño que no retorna.
Eres ausencia en mi nostalgia
Cuando no es poca;
Eres infinito
Cuando te derramas en mi boca.
Daniel.