Por qué me sigues conciencia
por doquier que yo camino,
no ves que tengo prisa
por emprender mi huida
y tú te empeñas en seguirme
como sombra de noche y día,
acosándome, subyugándome,
obligándome a escribir
los versos tan sentidos
que en el fondo del corazón,
he construido por años,
formando así con ellos
una muralla invisible
qué ni siquiera tiene peldaños.
Son historias con sentimiento,
en donde se aglutinan
lágrimas, risas y sufrimientos
que se fueron fortaleciendo
para quedar convertidos en versos.
¡Cuántas veces poesía
de ti me he querido alejar,
pero imposible ha sido,
me envuelves en un madrigal
del que no logro escapar….
Entre más huyo, más te arrimas,
avasallándome con tus rimas
te has empeñado en seguirme,
haciéndome sentir culpable
por dejar la pluma agonizante
y en coma profundo, sonetos
henchidos de sentimientos.
¡Poesía, eres parte de mi vida!
Y así quisiera dejarte
de seguro ya no podría,
porque te llevo en mi sangre
como bestia galopante,
rompiendo al trote arterias
para convertirlas en letras,
qué quedarán grabadas
con la tinta más sagrada
en los pergaminos de la historia,
rodando siempre rodando
en los anaqueles del tiempo…
Y así ellas, no sean tan bellas,
pero es lo que el alma proclama.
Y ese ser indómito
que todos llevamos dentro,
estallando en alaridos
hasta quedar sin aliento,
sacando desde adentro
el gozo, el sufrimiento,
la herrumbre que socava el alma.
Y el leedor que acaricia las letras,
ya sea, en prosa, en rima o en verso,
sea un destino feliz, o adverso,
vida le está inyectando
y renace de nuevo el poeta…
¡Eres vida…!¡Poesía!
¡Nunca morirán las letras!
Felina