Miserable hastío, te prefiero,
Más que a gentes que no quiero.
Que inundan el mar con sus mentiras,
Y a las gentes de hermosas baratijas.
Cuantas veces juntos
Vimos a los seres viejos
Donando sus bizarras esperanzas
Escondidas en podridas artimañas.
Y sin embargo no lloramos
Y aún así no reímos,
Y alguno se acercó y nos dijo:
-¡Mientras nos ven, vivimos!