En mi caminata diaria
por mi bella playa
encontré la sonrisa de un niño
botada en la arena.
En mi trayecto…,
un hermoso niño llorando
saqué de mi bolsillo la sonrisa
y se la puse en la cara.
Tomé en mis manos suavemente
esas perlas de lágrimas
y al mar las lancé, bello tributo al agua.
Igual podemos hacer en el trayecto por la vida
Ir recogiendo sonrisas
Ir recogiendo tristezas y lágrimas
haciendo alquimia, transformándolas
en permanente dicha
para personas
que no tienen
Nada ¡!.
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Florentino II.-