Muy agradecido invierno
que me empujas a soñar…
con el azul de la mar
y ese consejo paterno,
que molestaba mi infancia
y que ahora ya sin pelo,
de padre entiendo el desvelo
que insultaba mi arrogancia.
Muy agradecido invierno,
este que me eleva al cielo
o me hunde con vil recelo
en el más profundo averno,
al pensar en el estío
y recordar su fragancia…
y esa dichosa elegancia
que bien luce el amor mío.
Muy agradecido invierno,
ese que por vez primera
gocé de tu primavera
con un dulce beso eterno,
cargado de tanto amor
que al rozar tus labios rojos
me puse ante ti de hinojos
viendo tu dulce rubor.