efraguza123

PALABRAS

Palabras de diamante

urdidas entre la gravedad de los iconos

y la osadía fragorosa de romanos y de moros

legó España a los hijos mestizos

que brotaron de la pasión de las mazorcas

aquella noche engarzada al perdigón

y al Bucéfalo de estrellas

cuando el lanugo torció los caminos

con la ambición del arcabuz.

 

 

¡Oh lengua de Quesadas y Pizarros!

Taladrante voz de palpitantes musas

manchadas por el pecado de la historia,

eres zarza que arde en la nieve de las almas,

tus notas son acero de preces

moldeadas en los yunques

que ascienden para llorar

en el Altar del Cielo

por el silencio roto

de violines y campanas.

 

 

¡Oh lengua de místicos carmelos

y andantes campeadores!

Con el balbuceo del rocío formo

los vastos dominios de las aguas

y un barco en el crepúsculo llega

hasta la soledad de mi ventana

a estremecer con el peso de su ancla

los castillos de relámpagos y arenas

levantados por el alma.

 

 

¡Oh lengua de Cervantes y Quevedos!

Veta insondable de auríferos encantos

donde cavan los jardineros con sus plumas

para hallar las joyas que palpitan

en el hontanar de las palabras.

Desde que conocí la calidad del oro

oculto en la oquedad de tus entrañas

mis tristezas se volvieron mercancías

y por caminos desgarrados

y entre hostiles mercenarios

sobre el papel de los estanques y los lagos

encendí la antorcha que ilumina

las huellas que dejaron

aquellos que hospedé

bajo los techos de mi alma.

 

 

¡Oh lengua de Nerudas y Garcías!

Manantial surtidor de lágrimas y risas

donde apaciguo la sed

que causa la sal que se agita

en el mar de los silencios

y clamo por aquellos que sufren

la mirada indiferente

sobre el raudal de sus heridas.

 

 

 

¡Oh lengua de Efraín y de María!

No pude amar rosales imposibles

porque en mis venas piafa con ímpetu

el corcel de nuez

que galopa hacia los páramos

donde aguarda la noche ineluctable

y en mi corazón el fragor de las caricias

dejó sobre el campo de batalla

el incesante clarín de la venganza.

 

Ahora soy corsario,

sin mar y sin galera,

que teme hurgar en el bolsillo del espíritu

y encontrar su efigie en la moneda

que prostituyó la virginidad de las palabras. 

Efraín Gutiérrez Zambrano

De su poemario Molinos de Fuego