Es extraño el amor, eso es una gran verdad; ya ves, yo debería estar ahora dedicado a otra cosa, a leer, a ver televisión, escuchar la radio o algún disco que me guste y en cambio estoy aquí, como un mismo tonto recordándote. Me pregunto cómo podré enseñarle a mi mano que cualquier poema que vaya a escribir no tiene que empezar con tu nombre ¿o es al corazón al que debo enseñarle eso? Podría catalogar esto como aprendizaje equivocado porque algunas cosas contigo las aprendí mal, sobre todo a olvidar...
Estuve viendo los dibujos que solíamos hacer, competíamos para ver cuál de los dos dibujaba mejor, recuerdo que tenías una habilidad increíble para eso, te salían unos dibujos maravillosos, en cambio a mí puros garabatos... Las cosas han variado un poco pero tampoco creas que tanto, si me vieras... trato de dibujar cosas que me alejen de tu recuerdo, pero me siguen saliendo sólo garabatos. ¿Será que este amor al final fue eso? ¿Un garabato?
Sabes, ya no existe la heladería a la que íbamos cada tarde, pasé en estos días y no está y pensé que tu imagen en mis pensamientos tampoco debería estar ni estos deseos locos que tengo de escribirte, de buscarte, de sentirte, pero están... ¡están! ¿Por qué no pueden hacer como aquella heladería? Un día simplemente desapareció y con el pasar del tiempo, sé que recordaré cada visita que hicimos a ese lugar. Tú en cambio, tal vez creerás que lo soñaste...
Tengo sueño y se supone que ahora debería acostarme y asunto arreglado, pero resulta que no quiero dormir porque es otra de las cosas que aprendí mal... a no soñar contigo. Creo que mi almohada está obstinada de escuchar mis lamentos. Me pregunto cómo estarás, sé bien que el día que te vea, tendrás como siempre tu belleza intacta y tu corazón ocupado por otro amor, pero a mí, aunque físicamente quizá no me veas tan distinto, siempre podrás notar que mi corazón estará hecho... un garabato.