DESLIZANDOSE por tu vientre mi lengua
te envuelve como la noche
que penetra en cada rincón,
socavando los espacios entre tu cuerpo y el mío
CAMINANDO por las playas tibias de esa desnudez
mis labios se sumergen en las corrientes
que brotan de tu pecho,
depositando en ti mis ansias y deseos
como un tesoro escondido cuyo mapa
he trazado en cada línea de tu piel
Ay mujer eterna:
refúgiame en esta hora,
En tu cabellera que golpea
como una suave cascada sobre mis dedos,
en esos ojos donde el verano parece reinventarse:
tú de mi horizonte eres el ocaso más extenso
y en la brevedad de este instante
soy contigo un solo presente,
el fuego que arde en el mismo centro de la vida
y allí siempre estaremos,
ausentes a cualquier nostalgia,
mientras volvamos a amar lo que aún no se ha perdido.